alonso2.jpgMi compañero Alonso Montoya, nos quiere hacer participes de su experiencia como padre que ha asumido en solitario la custodia de su hijo de cuatro años.

Uno de los cambios más significativos experimentados por nuestra sociedad es el cambio en las estructuras familiares. Aunque en España el modelo tradicional de familia nuclear conyugal sigue siendo el tipo de familia más usual, poco a poco, un nuevo modelo social y familiar va ganando protagonismo: las familias monoparentales. En su inmensa mayoría se trata de hogares donde las mujeres asumen la responsabilidad en la crianza de los hijos. Sin embargo hay una minoría, aunque creciente, de papás que optan por asumir la custodia de sus hijos y formar una familia monoparental, paterna, lejos del modelo clásico de familia, y en muchos casos también, diferente al modelo de familia monoparental materna.

El aumento de estas familias está relacionado con el incremento de las separaciones, el mayor interés de la mujer por alcanzar/lograr objetivos profesionales y laborales, el creciente número de casos de custodia compartida, la menor rigidez en la percepción predeterminada de los jueces de la mujer como el progenitor más idóneo para la crianza de los hijos y la mayor atención de los jueces a las decisiones de los niños. Finalmente, con el hecho de cada día son más los padres que solicitan la custodia de sus hijos y cada día menos mujeres optan por rehusar ésta.

Estar a cargo de una familia monoparental es, por si mismo, uno de las tareas mas duras y complejas, particularmente cuando la custodia y crianza de los hijos está a cargo del padre, pues éstos confrontan dificultades adicionales a las que encaran las madres de familias monoparentales y que en gran parte son resultado de la falta de preparación social para asumir este tipo de familias. El concepto tradicional de que la educación y la crianza de los hijos competen idóneamente a la mujer exacerba prejuicios sociales existentes contra el potencial que tienen los padres varones para ocuparse de sus hijos.

Nuestra sociedad no parece estar acostumbrada a ver papás a cargo de la custodia de sus hijos. La valoración social de un hombre, por ejemplo, se basa generalmente en su éxito laboral o profesional, lo que provoca frecuentemente un conflicto interno entre la cantidad de tiempo dedicado a hacer del trabajo un elemento de éxito y la necesidad de dedicar tiempo a los hijos. Además la gran mayoría de trabajos o empresas no están preparados para dar facilidades o beneficios a los padres de familias monoparentales.

Por otro lado, hasta hace poco, el sistema social estaba tradicionalmente diseñado para ayudar a madres solas. Al implementar algunas leyes (Conciliación de la vida laboral y familiar, de Igualad de Género, etc.) hay una tendencia a prestar atención solo a aquellas interpretaciones que afectan a las madres. Finalmente, resulta mucho más difícil encontrar redes de soporte para padres que para madres de hogares monoparentales. El reconocer y aceptar los derechos de las familias no tradicionales es un reto que nuestra sociedad lentamente debe ir consiguiendo al mirar con menos prejuicios y dar un mayor reconocimiento a estos padres y sus familias.

Sin embargo, a pesar de estos problemas y dificultades, las familias monoparentales paternas pueden ser funcionales y los hijos de estas familias pueden crecer y desarrollarse saludablemente. Si bien ambos progenitores son muy importantes en la crianza saludable de un hijo, el desarrollo adecuado y bienestar en un hijo no depende del tipo de familia o custodia, sino de la influencia positiva, del afecto y cariño, de la sana interacción y la calidad de la presencia (física y afectiva) del progenitor en la vida de los hijos. En este sentido los padres varones tienen también la capacidad de brindar un entorno saludable y de nutrir afectivamente a sus hijos en familias monoparentales.

En mi caso, aunque ser un padre solo está siendo la tarea más difícil, demandante y dedicada que he hecho, al mismo tiempo se ha convertido en la experiencia más importante y fantástica de mi vida.